Jue. Abr 25th, 2024

Acabamos de ingresar al mes de María. Mes que para los católicos significa mucho, es el mes de nuestra Madre Celestial. María está siempre a nuestro lado, pendiente de nosotros, guiándonos y presentándose personalmente en la historia del hombre para «llamarnos la atención» con el fin de conducirnos hacia su Hijo.

 

Dentro de la Iglesia tenemos muchos recursos espirituales que constituyen verdaderos dones para acercarnos más a nuestra madre. Desde el rosario, arma contra el mal, presentada por Ella misma, hasta pequeñas jaculatorias que nos pueden acompañar a lo largo del día. No son simples recursos para tenerla presente sino para ir construyendo una relación más íntima con Ella. Aceptándola y adoptándola cada vez más como madre.

 

Uno de estos dones y del que aún no sabemos mucho en profundidad es la consagración mariana. El acto de consagrarse significa algo un poquito más hondo que el simple entregarse. La palabra consagración, dentro del idioma español tiene muchas acepciones, en el caso particular de la consagración mariana implica el «dedicarse con suma eficacia y ardor a algo determinado», en este caso, a María.

 

Interpretado correctamente esto significaría dedicar la vida entera con ardor al cuidado, guía y protección de la Virgen María. Es decir, ser todo de Ella desde aquí a la eternidad (Totus Tuus).

 

¿Por qué hacer la consagración a María?

Jesús en la cruz nos deja un regalo tan hermoso, su propia Madre. Él mismo nos entrega a Ella, nos pone bajo su cuidado y su protección. También nos manda a que seamos sus hijos, que la adoptemos como tal: nuestra Madre
Celestial.

 

La unión que nos señala Jesús para con su madre no es una unión amical u optativa, nos entrega a Ella como sus hijos. Desde el inicio de la Iglesia, los primeros cristianos reconocieron la santidad de María y le otorgaron un lugar sumamente especial por tratarse de la Madre de Dios.

 

Muchos de nosotros tenemos una devoción particular por María. Dependiendo de nuestro carisma y espiritualidad hay advocaciones marianas que nos resultan más cercanas, siendo Ella la misma siempre. Si rezo el rosario, si me encomiendo a ella frecuentemente, ¿qué de particular tiene una consagración mariana?

 

Nadie como María, su pureza única, su sí fidelísimo e incondicional. Su unión tan profunda con Dios hace de la Virgen María el camino más certero para llegar a Cristo. Nadie como Ella conoce su corazón y nadie como Ella podrá llevarte hacia Él.

 

¿Quiénes pueden hacerla?

María es la madre de todos. Somos sus pequeños hijos. La consagración mariana es algo que podemos hacer todos. Solteros, casados, laicos, consagrados, religioso, religiosas y sacerdotes. Todos podemos entregarnos completamente a Cristo a través de María, su Madre.

 

Ya san Juan Pablo II nos enseñó a través de su lema «Totus Tuus», el significado de consagrarse a María. Una consagración que él realizó después de haber leído el libro «Tratado de la Verdadera Devoción» de San Luis María Grignon de Montfort.

 

Consagración que él consideraba como su gran arma para el combate espiritual. Frecuentemente contaba el gran impacto que este libro tuvo en su vida. De hecho su lema: «¡Totus tuus ego sum et omnia mea tua
suntAccipio te in mea omnia. Praebe mihi cor tuum Maria!» (Soy todo tuyo y todo lo mío es tuyo. Te recibo como mi todo. ¡Dame tu corazón, oh María!) pertenece a este libro.

 

¿Cómo puedo consagrarme?

Juan Pablo II ha sido el gran promotor de la consagración mariana según el libro de san Luis Grignan de Montfort en los últimos tiempos. Pero él no ha sido el único, este método o forma de consagración es ampliamente aceptada en toda la Iglesia.

 

El papa Pío IX ya decía que esta devoción a María era la mejor y la más aceptada y lo explicó con detalle en su encíclica Mariana «Ad Diem Illum». Seguir el libro del Tratado de la Verdadera Devoción es una práctica muy difundida.

 

Consiste en un retiro de 33 días en los que se profundiza en el conocimiento a María, a Cristo y a uno mismo. Es un libro que con mucho detalle explica puntualmente y cada día con mayor profundidad lo que significa y lo que implica consagrarse a María.

 

Es recomendable que se cuente con acompañamiento y guía espiritual. Además de este libro también existe uno complementario y que ayuda a leer en un orden específico el libro del Montfort. Este libro se titula «33 días hacia un glorioso amanecer. Un retiro personal como preparación para la consagración a María», escrito por el Padre Michael E. Gaitley, MIC.

 

Las oraciones que acompañan cada día, el santo rosario y las meditaciones particulares constituyen un camino espiritual muy hermoso que luego de 33 días de preparación culminan con la consagración a María. Personalmente les comparto que es una experiencia muy hermosa de cercanía a Jesús a través del sagrado corazón de María.

 

«El camino seguro, fácil y corto para acercarnos a Cristo y parecernos más a Él es la consagración a la Virgen» (San Luis María Grignon de Monfort).

 

Fuente: Silvana Ramos de catholic-link