Vie. Abr 19th, 2024

Cuando mi madre comenzó el embarazo del que iba a nacer yo, yo era el hermano número 11 en mi familia. Cuando nací, era el número 12. Y no, no tuve ningún hermano mellizo: mis padres decidieron adoptar a una niña de ocho años cuando mi mamá estaba cursando su onceavo embarazo.

 

Cuando yo tenía cuatro años me llevaron a un juzgado para que declarara si quería que mi hermana se quedara con nosotros para siempre, porque había salido la adopción legal, y todos los hermanos tenían que aceptarla. ¡Naturalmente dije que sí, porque ella estaba antes de que yo naciera, y yo ni sabía que era adoptada! ¡La quería (y la quiero) como a cualquier otro de mis hermanos mayores!

 

 

 

 

De los 65 nietos que le dimos a mis padres, 7 son adoptados

Las adopciones son un tema de conversación en mi familia, y no solo en la mía, sino también en las familias de muchos de mis primos hermanos. Como me dedico mucho a temas de familia, siempre hablé del tema de la adopción desde el punto de vista de los adoptantes, y casi nunca desde el punto de vista de los adoptados.

 

No a todos les gusta hablar de esos temas, y no siempre es agradable que te pregunten sobre ello. Así que, salvo que alguien quiera contar espontáneamente, no indago sobre la adopción desde el punto de vista de los adoptados.

 

El video que hoy te comparto es de Gabby, una niña china adoptada por una familia de Dallas, Texas. Con la ternura que solo pueden tener los niños, Gabby le cuenta a su mamá lo que sintió cuando fue adoptada. El relato es fantástico, y la nena destila ternura por cada uno de sus poros.

 

¡El video se volvió inmediatamente viral! No siempre podemos saber, en primera persona, lo que pasa por la mente y el corazón de los niños que son adoptados. Pero cuando ellos mismos lo cuentan al mundo, entonces nos damos cuenta de lo que sucede al tomar la decisión de adoptar.

 

El amor es complicadamente sencillo

La primera cosa de la que nos damos cuenta es que el amor es una necesidad básica elemental de todos los seres humanos. Necesitamos sentirnos amados casi tanto como la comida, el agua y el aire que respiramos. Y si bien el amor es una cosa extraordinariamente difícil de definir con términos filosóficos, es muy fácil de experimentar.

 

Esta nena de solo cuatro añitos se siente amada y siente su corazón lleno de amor y lo explica con total naturalidad. No sé cómo habrá sido la vida de Gabby antes de ser adoptada, pero algo está claro: cuando sintió el amor de sus padres, ella sintió que su corazoncito de niña también se llenaba de amor. Y que ese amor tenía que expresarlo a su mamá.

 

Todos somos como Gabby

La segunda cosa de la que nos damos cuenta es que todos somos hijos adoptivos de Dios. Somos como Jacob, que ganamos la primogenitura por un pequeño plato de lentejas (nuestro bautismo).

 

Y si tuviéramos un solo gramo de la gratitud de esta niña, estaríamos todo el día diciéndole a Dios exactamente lo mismo que Gabby le dice a su mamá: que nuestro corazón está lleno de amor por Él, porque Él nos dice constantemente que su corazón está lleno de amor por nosotros.

 

Amor con amor se paga

En esta época cuaresmal tenemos muchas oportunidades de decirle y demostrarle a Dios que lo amamos. Mediante la confesión sacramental, mediante la Eucaristía (¡Amor puro!) y mediante pequeños sacrificios cuaresmales, como el ayuno y la abstinencia.

 

Admiramos el amor de Gabby por su mamá y su papá, y lo bien que logra expresarlo. Dios quiere que lo sintamos como Padre, de hecho, el Espíritu Santo nos inspira a decirle «Abbá», que es la forma más infantil y tierna de dirigirnos a Él.

 

El amor de Dios es infinito, y como es infinito, es infinito para cada una de sus criaturas. A cada uno de nosotros nos ama infinitamente, y cada alma que Él crea es amada con este amor inconmensurable. Ante tanto amor, las pequeñas cositas que podamos hacer para retribuirle tanto amor, son nada, son absolutamente la nada misma.

 

Pero como Dios se hizo hombre, y ¡padeció por nosotros! sabe en su corazón de Dios – hombre lo que nos cuesta cada una de las tonterías, las naderías que hacemos por Él.

 

La gratitud como estilo de vida

Volviendo a Gabby, cuando le explica a su mamá cómo la amó desde el primer momento que la vio, naturalmente que la madre se conmueve hasta el fondo de su ser. Poder escuchar eso de cualquier hijo conmovería hasta lo más profundo a cualquier padre.

 

La mamá de Gabby es una excelente madre por lo que podemos deducir del video. Y la gratitud que expresa la pequeña probablemente los impulse, a ella y a su esposo, a convertirse en cada vez mejores padres. Todos quisiéramos ser papás perfectos, como perfecto es Nuestro Padre que está en el Cielo, ¿verdad?

 

Sin embargo, somos imperfectos, somos limitados, somos humanos. Y muchas veces sin querer, y algunas queriendo, hacemos cosas que dañan a nuestros hijos. Pero incluso los padres «difíciles», los papás y mamás que luchan contra sus problemas, adicciones o enfermedades, merecen nuestra gratitud. Por habernos traído a la vida, por haber cuidado de nosotros (bien o mal) cuando éramos totalmente indefensos.

 

«Honrarás a tu padre y a tu madre»

Tenemos que honrar a papá y a mamá siempre, ¡es uno de los mandamientos! «Honrarás a tu padre y a tu madre». No dice «honrarás a tu padre si es un buen padre y a tu madre si se porta razonablemente bien», no. Dice que hay que honrarlos, ¿Incluso si son malos padres? Incluso en ese caso.

 

¿Por qué Dios nos pide eso? Porque a veces un pequeño agradecimiento, incluso un gesto de cercanía, una palabra de perdón a nuestros padres que «no lograron estar a la altura de las circunstancias», puede ablandar los corazones más duros.

 

Es nuestro modo de «ir al rescate de nuestro padre» como hace Pinocho con Gepetto: descender al vientre de la bestia para rescatar a nuestros padres puede ser que sirva para rescatarlos a ellos, pero también para rescatarnos a nosotros.

 

Un mandamiento sagrado

El papa Francisco dice en su exhortación apostólica «Amoris Laetitia»:

 

«Este mandamiento viene inmediatamente después de los que se refieren a Dios mismo. En efecto, encierra algo sagrado, algo divino, algo que está en la raíz de cualquier otro tipo de respeto entre los hombres. Y en la formulación bíblica del cuarto mandamiento se añade: «para que se prolonguen tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar».

 

El vínculo virtuoso entre las generaciones es garantía de futuro, y es garantía de una historia verdaderamente humana. Una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor […] Es una sociedad destinada a poblarse de jóvenes desapacibles y ávidos».

 

Para revisar personalmente: ¿Cómo está mi relación con mis padres?, ¿les agradezco lo que hicieron por mí?, ¿los cuido y los respeto siempre?, ¿les devuelvo en gratitud todo lo que ellos hicieron por amor a mí?

 

Fuente: catholic-link