Vie. Mar 29th, 2024

¿Debo creer que cuando Dios quita es porque Dios dará algo mejor luego? ¿Por qué a mí? ¿Por qué me suceden estas cosas en estos momentos? Si yo estoy con Dios ¿Por qué me pasa esto? ¿Qué estoy haciendo mal? Son preguntas que nos vienen a nuestra mente cuando estamos atravesando una fuerte crisis, alguna situación angustiante llega a nuestra vida. La muerte de un ser querido, un trabajo bien pagado del que prescindieron de forma abrupta de nosotros.

 

¿Dios dará algo mejor?

Cómo convencernos de que cuando Dios quita algo de nuestras vidas es porque Dios quiere darnos algo mejor. No te preocupes, muchos fueron los profetas y personajes de la Biblia que también se hicieron estas preguntas. sobre todo, ese: «¿por qué a mí?», haciendo alusión a las cosas que le pasaban.

 

Gedeón también le hizo una pregunta similar al Ángel del Señor hace miles de años, y nosotros la hemos estado haciendo desde entonces. Nos hacemos esa pregunta en secreto, y también en voz alta, en algún momento de sufrimiento.

 

«…Pero si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto?» (Jueces 6,13)

Así como a Gedeón, también nos ocurren ciertas dificultades que parecen no tener sentido, sobre todo si somos buenos cristianos y tenemos respeto y veneración por las cosas de Dios

Siguiendo en ese versíuclo de la Biblia, Gedeón le sigue preguntando al Ángel del Señor como si estuviese sacando todo su dolor de adentro:

«¿Dónde están todas esas maravillas que nos contaron nuestros padres, cuando nos decían: El Señor nos hizo subir de Egipto? Pero ahora Él nos ha desamparado…» (Jueces 6:13).

 

¿Por qué me sucede esto a mí si Dios está conmigo?

También yo me he preguntado lo mismo en algunos momentos de mi vida que fueron en verdad bastante duros. Preguntaba ¿Por qué a mí? ¿por qué sucedían cosas difíciles cuando se suponía que un Dios amoroso tenía el control? ¿Como se supone que debo asimilar eso de que cuando Dios quita algo de mi vida es porque me dará algo mejor?

En aquellos momentos, cuando amigos o familiares se me acercaban y me decían que no me preocupara, que pusiera toda mi confianza en Dios porque Dios me amaba, yo pensaba:

 

«Si Dios me ama tanto como dicen, ¿por qué me sucede esto a mí? Si Dios era bueno y se preocupaba por mí, entonces ¿por qué me pasaban todas esas cosas?

 

Aquí no intento de ninguna manera darte una respuesta completa a los grandes enigmas de la vida, a la pregunta del ¿por qué a mí?, o el por qué atravesamos por grandes pruebas o por qué sufrimos adversidades o situaciones que no podemos manejar. Solo intento dar un punto:

  • «Comprender y soltar en las manos de Dios.»

A veces el sufrimiento, el dolor y la adversidad llegan a nuestras vidas, especialmente en el sentido de una purificación espiritual, o cuando se requiere que, alguna persona de nuestro entorno, interceda por nosotros cómo una oportunidad que Dios le da para hacer el bien el nuestra vida. Tal vez puede presentarte además como una forma de corrección que no podemos entender en ese momento.

 

A Jesús también le llegó el momento de la angustia, el dolor y sufrimiento, cuando estaba en el Jardín de Getsemaní. Experimentó

sufrimiento a un nivel que ningún otro humano ha experimentado. Su agonía fue tan grande que sudó grandes gotas de sangre.

 

«En medio de la angustia, Jesús oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo». (Lucas 22,44)

El sufrimiento como forma de mostrar el amor de Dios.

Quizás no lo veamos en el momento de la prueba o el sufrimiento, solo nos centramos en ese: «¿por qué a mí?» y no invertimos tiempo en revisar nuestro interior, en saber entender el por qué Dios quita algo que no comprendemos.

 

Quizás Dios permite que nuestros sufrimientos, circunstancias o problemas nos sobrepasen para trabajar en nosotros como un ejemplo para otras personas.

 

En su misericordia, creo haber comprendido algo de este misterio de Dios leyendo su Palabra en el Evangelio de San Juan, capítulo 9, cuando los discípulos de Jesús le preguntan a Jesús si aquel ciego de nacimiento había sido castigado por sus propias faltas o por los pecados de sus padres… La respuesta de Jesús fue simple y directa:

 

«Nació así para que se manifiesten en Él las obras de Dios» (Juan 9,3).

Con esta revelación, mi mundo ha cambiado mucho. Cada vez que algo se me pone difícil o una circunstancia parece sobrepasarme en gran medida, ya no me pregunto: «¿por qué a mí?» lo suelto en las manos de Dios y digo:

 

«Así ha de ser para que se manifieste la obra de Dios en mi vida».

Y ahora me convenzo cada vez más de que cuando Dios quita algo de mí, es porque quiere obrar algo mejor en mi vida.

 

Fuente: Padre Neftalí Rogel

 

Cuando Dios quita, dará algo mejor.

Lo que puede estar sucediendo contigo en este momento, quizás sea una oportunidad de que Dios muestre sus maravillas en tu vida. Si Dios quita algo es porque Dios dará algo mejor, a manos llenas para después.

 

Quizás puedas ser un medio que Dios está usando para fortalecer a toda tu familia, tu comunidad o a tu Iglesia.

 

Si Dios quita algo en este momento de tu vida, Dios dará algo mejor. Dios se revelará con poder en tu vida si aprendes a soltar tus dolores y angustias en Él. La ceguera de aquel ciego de nacimiento fue un preludio de que el Señor iba a visitarle e iba a obrar en su vida un milagro sorprendente.

 

Esa situación por la que estás atravesando, quizás también sea un preludio a algo maravilloso que Dios quiere obrar en tu vida. El «por qué a mí», debes transformarlo en un: «que se cumpla tu voluntad», o en un: «Así ha de ser para que se manifieste la obra de Dios en mi vida». Cuando Dios quita, es porque Dios dará en abundancia.

 

Puede ser que Dios quita algo, o permite que pierdas algo que es importante para ti, para así moldearte, cambiar tu carácter, llevarte al desierto, hablarte al corazón y con su pedagogía mostrarte tus faltas y hacerte sentir que «eres la niña de sus ojos» y que tienes que madurar y crecer en aspectos que no habías admitido que estabas fallando.

 

Ten fe y confía. Suelta en las manos de Dios, porque Dios tiene el control.

Fuente: Píldoras de Fe